domingo, 16 de febrero de 2014

Carta a mi bala perdida: "¡Vuelve conmigo!"

Para mi, sería sencillo abandonar.
Pero no es mi estilo.
Quizá todo vaya cada vez peor, pero lo que hubo entre los dos es algo que no podrás cambiar.
Es curioso, tan iguales y tan diferentes al mismo tiempo.
El dolor es terrible cuando la herida aún emana sangre, pero se seca. Al final, inevitablemente, se seca. Y sale con agua.

Y ahora vuelvo a estar preparado para otra herida más. Quizá tus besos, tu cuerpo y tus ojos consigan taponarla, pero llegados a este punto, la presión acabará por lanzarte disparada lejos de mi, como las demás.
Te incrustaste demasiado bien, tanto que fue casi imposible dejarte ir. Lo hice y arrepentimiento vino a mi. Ahora, quiero volver a saber de ti. Pero ahora parece que quiero volver a joder, y no sé por qué, tú y tu círculo, creéis eso. Quiero volver, por tí, por mí, porque el mundo es nuestro.

Eres todo lo que necesitaba y no me di cuenta hasta que el vacío inundó un corazón que jamás había visto tan débil. El mío. Y sé que nunca creíste que tuviese de eso, pero la verdad es que se fue el día que tu saliste por la puerta delantera y la soledad entró por la de atrás.

Ahora, sólo quiero que entres y derribes el muro de carga de nuestra relación y construyamos uno, juntos y despacio, durante el resto de nuestra vida.

Siempre tuyo,

sábado, 15 de febrero de 2014

El fracaso de Seth Fields

Ella vivía a las afueras, en un pequeño pueblo a diez minutos de la urbe. Yo, sin embargo, trabajaba en un kilométrico edificio de cincuenta plantas en pleno centro. Ella era 'hippie' y yo un sieso. Así, claramente no le iba a gustar. ¿Por qué me gustaba ella a mi? Pues no lo sé.

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La conocí en la boda de mi hermano, bueno "la conocí" puesto que no llegué a dirigirle la palabra. Quedé encandilado. Era preciosa. Era familiar por parte de la novia y se fue muy pronto, tanto que no me dio tiempo a beber lo suficiente como para poder hablarle. Mi hermano, me explicó quién era y le pedí que me diese su número de teléfono. Me dijo que me olvidase que no tenía teléfono, pues era algo digno de un sistema capitalista como el de hoy día. Le pedí su dirección para ir a verla. Y así descubrí donde vivía. Y sinceramente, parezco un acosador.
¿Qué voy a hacer? ¿Presentarme allí sin más? "Hola, soy el hermano del novio de tu prima, la que se casó hace poco. Te vi, pasé de ti hasta el punto de ni saludarte pero ahora... quiero conocerte", qué despropósito. Mi cuñada, me advirtió de que era un caso perdido y que debía buscarme otra chica que comulgase con mis intereses más que ella. Creo que llevaba una granja biológica, en cambio mi empresa y el medioambiente no hacían buena pareja. Está claro que era una locura, pero a mi me apetecía intentarlo.

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Me bajé del coche en un lugar que bien podría ser nada y menos. Una pequeña casa, del tamaño del zapato de un pívot de la NBA, se levantaba alrededor de un campo con todo tipo de frutos y hortalizas. Toqué a la puerta. Me abrió una chica morena, de pelo corto y bastante fuerte para ser mujer, que no era la chica que yo andaba buscando.
- Hola, ¿está... - miré el papelito que me dio mi hermano con su teléfono - ...Martina?
- Sí. - Me miró como si no se fiase de mi, y es completamente normal - ¿Quién la busca?
- Soy Seth, Seth Fields.
La chica cerró la puerta y pensé en las posibilidades de que no fuera realmente una mujer. Volvió a abrirse, pero esta vez, la chica más bella que jamás había visto abrió la puerta. Vestía con una camiseta que dejaba entrever medio hombro y también unos leggings bastante ajustados que dejaban poco a la imaginación.
- ¿Quién es usted?
En ese mismo instante recordé que aún llevaba traje (en mi empresa es un requisito indispensable) lo que hacía que perdiese considerablemente el factor engaño para camelarla.
- Soy Seth Fields, hermano del marido de su prima, Ric.
- Ah, ya. ¿Ha pasado algo? - preguntó asustada -
- No, señorita para nada.
Hubo un tenso silencio que fue claramente culpa mía.
- La buscaba por algo que ocurrió en la boda. - continué, sin saber muy bien que hacía.
- Creo que estoy perdida. ¿De qué me habla?
- ¿Recuerda haber visto mi cara?
- No.
- Pues yo sí, la suya. Y tengo bastante claro que me enamoré de ella.

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Es algo embarazoso contar esto. Hice el viaje, pasé el mal rato y me declaré ante una completa desconocida increíblemente atractiva y luego, bueno, os podéis imaginar el resto.
No vivía sola, lo que me despistó. Creí que compartía casa y trabajo para vivir con más tranquilidad, pero no era así. Eran pareja, y empezaba a concordar el compañerismo. Hice todo para nada, ya que ni por más que lo hubiese intentado un millón de veces, hubiera funcionado.

Y así, en definitiva, es mi vida: un continuo fracaso tras otro, normalmente más grave el anterior que el siguiente, alcanzando cotas bastante impensables por cualquier ser humano corriente.

martes, 11 de febrero de 2014

Cinemanía (II)

Soy el gángster que nadie quiere cruzarse,
soy Sean Penn recogiendo el Óscar por Mystic River,
Soy el polémico Lars Von Trier,
plantando a los periodistas en Cannes.

No soy el Lobo de Wall Street,
pero sí soy Dom Cobb tras la muerte de Marion,
luchando por olvidarla por siempre. Soy origen, soy Nolan.
Soy la mente olvidadiza de Guy Pearce. Soy...
un enfurecido Tarantino que cancela The Hateful Eight.

La brillante actuación de Gosling
en la desastrosa Solo Dios Perdona,
 En contraposición a Brühl en Rush,
o Russell Crowe en Man of Steel.

Soy Javier Bardem, un lunes más, al sol.
Pero no soy un perdedor,
si no que soy un ganador con sentido vital.
Soy Adam Sandler cosechando fracaso tras fracaso.
Soy cine, soy Hollywood.
Soy superficialidad y también amoralidad.

Por último, lo que no soy, es cineasta
pero como con todo en esta vida
no tiro la toalla hasta que me digan basta.