martes, 24 de diciembre de 2013

Un reto complicado

Cuando escribo, no sé de que voy a hablar, ver como se juntan las letras formando palabras me inspira a continuar. Igual me pasa en la poesía, en los guiones o en los artículos deportivos. Siempre supe que no estaba destinado a ser un genio o a ganarme la vida con el arte (y si no pregunten a mi profesor de Educación artística en la primaria y la secundaria) pero siempre creí que podía llegar a hacerlo lo suficientemente bien para tenerlo como hobby. Ahora, en la encrucijada más complicada de mi existencia, sé que quiero dedicarme al arte. Al séptimo concretamente. Pero es tan difícil que surgen momentos de un pesimismo agotador. Momentos en los que reconozco abiertamente que es prácticamente imposible que ruede una película. No un cortometraje, pues eso lo podría hacer cualquiera con un móvil. Si no una señora película. Con más millones de presupuesto que la Casa Real en un año. De esas con animatronic por todos lados. Ser recordado como lo serán Martin Scorsese, Quentin Tarantino o una de mis inspiraciones más importantes, Woody Allen. Quiero tener mi Taxi Driver, mi Pulp Fiction o mi Annie Hall. Una película que sea un trozo de mi, una parte de mi alma y que no deje indiferente a nadie.

Pero debo reconocer que el negocio no es precisamente el más sencillo para destacar; si no que más bien es probablemente el más difícil del mundo. Muchos lo intentan, pero solo un mínimo porcentaje llega. Y eso te hace agachar la cabeza y decir bueno... "Siempre nos quedará el plan B". Pero te resignas, te resignas a ceder al plan B cuando sabes que tú eres especial. Que tú eres lo suficientemente brillante para conseguirlo. Y que las fronteras cinematográficas son mínimas. John Woo, Lars Von Trier, Jean-Luc Godard, Federico Fellini estrellas en sus paises de origen, y también en la meca del cine.
Hablando de la meca del cine, entramos en palabras mayores. Hollywood, Los Ángeles. El Dolby Theatre (anteriormente Kodak Theatre), los Óscars, los Globos de Oro, el salón de la fama. Se huele a arte, a cine, a fama. Y quizá eso sea lo que menos me interesa, la fama como tal. Sí es cierto que quiero ser recordado, pero no por líos de faldas y otras 'movidas', si no por la cinematografía en sí. Por mi estilo y mi manera de ver el cine. Ser nombrado como hoy en día son nombrados John Ford o Alfred Hitchcock, sin compararme, ni de lejos a semejantes genios.

En definitiva, es un mundo increíblemente complicado donde es muy complicado subsistir entre tanto tiburón y tanto depredador, pero como un buen lince ahí voy a estar, donde haya una oportunidad para ser lo que realmente quiero ser en la vida, director de cine (pero de los que dirigen sus propios guiones).

Y si no... siempre nos quedará el Plan B.

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