Así es la vida. Un pozo sin fondo. Cuanto más hondo caes, más cerca te crees del suelo pero nunca, nunca llegas a tocarlo. Siempre puedes caer un poco más bajo. Algunos piensan: "si no querías vivir esta continua caída libre no haber tirado tu vida por ese pozo", creen que lo saben todo pero no es así. ¿Y si esas personas no decidieron tirarse y si cayeron por visicitudes de un destino cruel? No podemos saberlo, pero sería bonito tenerlo en consideración.
Ahora, cuando tenemos un hijo lo ponemos al borde de ese abismo y le decimos: "Ale, una ráfaga de viento e irás al pozo, pero..., si no aguantas este continuo vértigo lánzate tu mismo" Así de crueles somos los humanos. Y a todo esto os preguntaréis que donde me dejo a los que la vida les dio de todo. Ellos, ellos tienen su propio fondo, se llama mezquindad y siempre lo tocan. Un acoso y derribo constante a aquellos que no pueden parar su caida.
Atentamente, desde el fondo (o eso creo), con amor.
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