jueves, 14 de marzo de 2013

Capítulo I

Suena el teléfono y no para de sonar. No se qué hora es pero tengo sueño así que tiene que ser temprano, se ruega compasión por el amor de Dios. Tras despeñarse despertador y lampara de mi mesita de noche alcanzo el teléfono y lo cojo.
- ¿Qué coño quieres, quien quiera que seas?
- Qué buen humor tan temprano, ¿No? - Miro el despertador boca abajo en el suelo, son las siete menos diez de la mañana. - Bueno, Dan tengo algo para ti.
- No, déjame diez minutos más por fav...
 - Que no, Dan, la ciudad nunca duerme y el crimen tampoco. Así que pegate una ducha y ven corriendo hacia aquí.
- ¿Y donde se supone que es "aquí", señorita Offenbach? - Me estiro todo lo que puedo, hasta el punto de casi marearme.
-  No se preocupe, tienes un coche en la puerta. No tardes.
Y me cuelga. Me llama a las siete de la mañana, me despierta, me exige y encima me cuelga. Soy un explotado, pienso. No lo digo en voz alta porque parecería raro, aunque bueno, en realidad soy raro.
La señorita Offenbach medía aproximadamente un metro cincuenta y ocho y pesaba 80 kilos por lo menos, pero era simpática y muy buena trayendo donuts. Mi herramienta de trabajo. Sin donuts no puedo resolver nada. Me duché y acicalé en una hora y media, por lo que salí de casa sobre las ocho y veinte. Aquel hombre que me esperaba en el Escalade propiedad del ayuntamiento empezó a quejarse de que llevaba más de dos horas esperándome y murmuraba cosas del estilo: "Soy el recadero, me mandan a por el rarito...", al final, no aguanté más y sin dejar de sonreir le contesté:
- Tienes suerte, amigo funcionario, si no estuviera del lado de los ángeles, ahora tú estarías muerto.

No sé porqué, pero el resto del trayecto fue bastante silencioso, de hecho creo que se sentía incómodo. De camino a la escena del crimen subí por Gaudi Square, giré a la derecha en el puente de Brylow y crucé la City hasta el Levitte Garden donde los Isham Gladiators jugaban sus partidos de baloncesto. Allí el conductor paró y me indicó que habíamos llegado, yo le sonreí amablemente y bajé del coche encontrándome de bruces con una cinta que no me dejaba pasar. Al verme, me dejaron entrar y el inspector Wasowsky me interceptó:
- Dan, llevamos una hora y media esperándote, ¿Por qué, te haces de rogar?
- Bueno, bueno, lo siento. No funcionaba el calentador. - Mentí, como suelo hacer, normalmente.
- Decimoquinto piso, en la sala de reuniones.
Asiento con la cabeza y entro al edificio. Techo altísimo, pero solo en recepción y de aspecto modernista. Una estatuilla de Dean "skyline" Michaels, mítico jugador del club preside el hall principal junto a un vinilo pegado al cristal de la sala de seguridad. Subo al ascensor y me resisto a suicidarme con el hilo musical, que repite una y otra vez el himno hortera del club. Una vez en el piso accedo a la sala de reuniones y sobre ella encuentro una cabeza sin una gota de sangre a su alrededor y un indiscutible buen aspecto. Digno de un buen artista, pienso.
- Esto se va a poner interesante...

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